
Una pintura, una canción, un simple baile, pueden ser los mecanismos idóneos para que una persona con discapacidad exprese su pensar y su sentir. Y casos famosos sobran.
Muchos músicos, pintores, escritores y cantantes con discapacidad, han superado las barreras que muchas veces ponemos como sociedad, y con su esfuerzo y talento han trascendido en el tiempo, siendo en ocasiones tan grande el reconocimiento a su labor, que su discapacidad queda relegada al olvido, opacada por las habilidades que supieron ser encontradas y fomentadas.
Por eso el arte es un buen modelo para entender la inclusión, pues el quehacer artístico basa su éxito en la expresión pura de las habilidades de cada uno, explotándose las capacidades distintas con el objetivo de crear algo único, con una identidad propia, diferente pero igual de valiosa que otras expresiones humanas.
Veamos entonces la discapacidad con mirada artística, olvidemos las limitaciones y comencemos a darle valor a todo ese talento escondido detrás de una silla de ruedas, detrás del silencio de un sordo mudo, escondido en el pensamiento sencillo y directo de la persona con deficiencia intelectual. Cambiemos nuestra mirada para entender mejor, y en su real dimensión, el verdadero significado de la palabra “inclusión”.
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